Que sí, que sí... Que ya llegó la primavera; algo desquiciada con tanto cambio climático, pero ya llegó, que lo dice el calendario...
Atrás quedó un invierno de días cortos, pero paradójicamente cálidos... Un invierno de árboles y cultivos más verdes de lo común en esos primeros meses del año, después de las intensas lluvias del otoño... Pero el invierno ya se fue; también desquiciado, confuso, como si hubiera vivido entre unas ropas que no son las suyas...
Pero no cabe duda de que ella ya llegó. Hoy sí. Hoy el intenso cielo azul cuya luz lo inundaba todo, me trajo aromas de rosas, azahar y jazmines que empiezan a abrir; de almendros y cerezos en flor... Toda una explosión de vida bajo un manto azul... Campos, callejuelas, balcones y jardines dibujados a capricho como el más bello cuadro realista, en un alarde de colores que no caben en mi maletín de acuarelas...
Los informativos muestran aún imágenes del norte de España cubierto de nieve y gente que a duras penas pasea por las calles resguardándose del crudo temporal... También en el sur la bajada de temperaturas nos ha hecho sacar de nuevo los abrigos y soltar más de un estornudo, bajo los efectos de catarros y resfriados que se resisten a marcharse, aunque ni siquiera ha llovido. Tan sólo días de aire fresco con alguna nubecilla tímida que pasaba de largo sin pena ni gloria...
Cuesta creerlo, pero así ha llegado esta desquiciada primavera; esa época en que Sevilla se viste con sus mejores galas para recibir con ímpetu dos de sus grandes fiestas: la Semana Santa y la Feria de Abril... Resumen de la filosofía de vida del pueblo andaluz, que pasa de la pena a la alegría de la misma forma alocada con la que el invierno cede su sitio a la primavera...
Ya llegó, sí, ya llegó... Cantarina, revoltosa, llena de energía, dando brincos como un potrillo desbocado... Así llegó... Hoy, al amanecer, abrí mis puertas y ventanas y la dejé pasar...