viernes, 13 de julio de 2007

"TOLERANCIA" VS "RESPETO"



Una reciente entrada que ha escrito en su blog nuestra querida amiga June Fernández (periodista profesional donde las haya…), nos ha hecho escribir esta otra, en relación al tema que ella plantea: “Tolerancia VS Respeto”. Realmente, hemos leído comentarios que nos han sorprendido, de ahí que hayamos querido agregar este escrito aclaratorio, partiendo de la base de que desde nuestro punto de vista, ambos términos son correctos, siempre y cuando atendamos al contexto en el que son empleados.

En efecto, las palabras nos obligan a sintetizar, a organizar con mayor o menor rapidez nuestros pensamientos, y al pronunciarlas procuramos hacernos comprender. Pero en muchas ocasiones, tenemos dificultades para el intercambio multilateral de conceptos y opiniones. Unas veces, porque nuestr@ interlocutor/a no nos comprende, por mucho que nuestro mensaje sea objetivamente comprensible. Y otras porque el obstáculo reside en nuestro interior, en nuestra propia incapacidad de hallar la palabra precisa, bien por ignorancia u olvido, bien por las circunstancias del momento (nerviosismo, desgana...).

Pero hay situaciones en las que es el tipo de interlocutor/a que tenemos delante (rango, cualidades, cargo que ocupa, edad, posición...), lo que nos dificulta la posibilidad de expresarnos y nos hace rebuscar en nuestro “disco duro” la palabra precisa, y muchas veces queda la duda de haber o no acertado en nuestra elección...

Desde siempre hemos dado mucho valor a una correcta comunicación interpersonal, intentando, en la medida de lo posible, adaptarnos a las características de nuestr@ interlocutor/a, y aplicarnos –sin caer en la pedantería- esa conocida máxima de que “hay que hablar con propiedad”, especialmente en temas que así lo requieren, dado que el lenguaje es una forma en la que en mayor o menor medida, respetamos a la sociedad que nos rodea, con independencia de su condición sexual (palabra que se suele confundir con "opción"-y no nosotros no tuvimos la oportunidad de "elegir" nuestras hormonas...) o cualquier otra circunstancia social, personal, cultural...

Si hoy os hablamos sobre este tema, es porque ambos
, a lo largo de nuestros más de 14 años de pareja, hemos vivido muchas anécdotas en compañía de gente que nos conoce lo suficiente o no. Ya estamos acostumbrados a expresiones arraigadas en el vocabulario habitual como "déjate de mariconadas", "no me seas maricón"..., o chistes sobre "mariquitas"... Aunque a veces duela y tengas que morderte la lengua por educación.
Recordamos una de esas anédotas que puede ilustrar lo que antes os comentábamos sobre la importancia de la palabra precisa. Fue uno de esos días en los que estábamos en una reunión de amig@s, dentro una caseta, en la feria de Utrera (la ciudad natal de JC, en la provincia de Sevilla) con nuestras amistades, vinitos, tod@s content@s y un contexto que propiciaba cantarnos un flamenquito del bueno, de ese que aunque con voz quebrada, sale del alma y transmite y llega tan hondo... Quienes conocen personalmente a JC, saben que una de sus pasiones es el flamenco y que, en situaciones como ésta, pierde la vergüenza y se "arranca" a cantar por bulerías, sevillanas, alegrías, soleares, rumbas... Realmente, disfruta cantando y poniéndole música a la vida. Volviendo a aquel momento, uno de nuestros amigos, le dijo: “Vamos, JC, cántate una de las tuyas...” Y sin dudarlo un instante, comenzó por bulerías una canción que, entre otras cosas dice: "Dame tu mano sin temor a equivocarte/Si tu me entiendes yo nunca voy a engañarte/Dame las cosas que nunca supieron darme/Te llenaré de amor.../Y no hagas caso de lo que diga la gente/Tienen envidia porque amamos libremente/Porque mi amor es como un pájaro silvestre: no se puede enjaular....”
Mientras cantaba, JC no podía evitar mirar a JM, porque muchas canciones le recuerdan momentos especiales de sus vidas compartidas, y en aquella letra estaba reflejada parte de su pequeña historia con la persona que ama.

Cuando terminó, una chica a la que hacía años que no veía desde que se fue a vivir a Madrid (amiga de otro amigo común), y que notábamos que nos observaba fijamente mientras cantaba, se nos acercó y preguntó al oído: “¿Os puedo hacer una pregunta sin que os molestéis?” “Claro que sí-le respondió JC- dime”. “¿JM y tú sois pareja?”. ¡La pregunta del millón! Ni JM ni yo somos de los que llevamos un cartel en la frente diciendo “¡¡¡ somos homosexuales !!!”, ni tenemos pluma, ni respondemos a la estética gay que venden los medios de comunicación -en muchos casos “hiper mega fashion” y sin duda, respetable- Pero JC no dudó un segundo en responderle que sí. Y ella, sonriente, prosiguió: "¡Qué alegría, me lo imaginaba! Conmigo no tenéis ningún problema; yo soy una persona muy tolerante con los gays”. La palabra “tolerante” en referencia a nosotros resultó como una cuchillada en el pecho, pero JC tuvo las fuerzas suficientes para continuar la conversación: “No te preocupes, nosotros también os toleramos a ti y a tu novio”. Aquella respuesta le cambió el semblante, tal vez porque esperaba que nos ruborizáramos, agacháramos la cabeza y con apenas un hilo de voz, le diéramos las gracias por su deferencia en "tolerarnos". Pero ya veis que no fue así, y la que se ruborizó fue ella.

Si acudimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el verbo “tolerar” tiene varias acepciones:

-Sufrir, llevar con paciencia.
-Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
-Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.
-Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

Como se puede comprobar, casi todos los significados de este verbo hacen referencia a la acción de soportar, sufrir, permitir... Por lo tanto, entendemos que la persona que dice ser “tolerante” con algo o alguien, parece ocupar una posición superior, estar en posesión de la verdad o la razón y que cede ante algo o alguien en situación de inferioridad. Por el contrario, el “tolerado”, resulta ser una persona de condición diferente a lo normal, presuntamente ilícito o irrespetuoso, que se supone debe estar agradecido con que alguien le acepte o soporte..., según sus propias circunstancias. En alguna ocasión leímos (aunque ignoramos quién lo escribió) que “la tolerancia es un repudio disfrazado de buena voluntad”.

Las vivencias personales matizan la forma de interpretar y de recibir la información que nos llega desde fuera, y posiblemente, la chica protagonista de esta anécdota no tuviera la intención de ofendernos, aunque casi lo consigue (preferimos pensar a priori en la buena fe de las personas...). La experiencia de cada un@ es el filtro que muchas veces, inconscientemente, influye en lo que pensamos o hacemos. Son estas vivencias las que, entre otras cosas, nos hacen ser distint@s al resto de la comunidad en la que nos desenvolvemos. Sin duda, la educación recibida, y por supuesto, el pasado vivido, marcarán siempre el contenido de nuestros propios mensajes internos antes de emitirlos al exterior. No obstante, nosotros seguiremos siempre esforzándonos por encontrar, para cada momento, para cada persona..., la palabra precisa. Y en este caso, no puede ser otra que la de “RESPETO”.

(JM y JC)
P.D.: Gracias, amiga June por contribuir al respeto y la igualdad a través del lenguaje.

miércoles, 4 de julio de 2007

MUCHO MÁS QUE "ORGULLO"...








El 28 de junio se conmemora el “Día del Orgullo Gay”, si bien, siempre he preferido el término “homosexual”, ya que es mucho más integrador, incluyendo tanto a hombres como a mujeres que tienen la condición sexual -que no “opción”, insisto- de amar a otra persona de su mismo sexo; y todo ello sin obviar a las personas transexuales, de las que con frecuencia solemos olvidarnos pese a su dramática situación, en la mayoría de los casos.

Madrid fue designada hace algún tiempo como sede de la “Euro Pride 2007”, como fruto de la aprobación en España de la Ley de Matrimonios Homosexuales, en julio de 2005. Una normativa ciertamente vanguardista y prototipo para otros países, especialmente, de la Unión Europea, que están estudiando la posibilidad de aprobar leyes similares ante la presión de los colectivos afectados que reclaman, simplemente, su igualdad respecto del resto de matrimonios o uniones civiles de carácter heterosexual. En definitiva, su derecho a ser considerad@s PERSONAS.

Si bien la capital de España está aglutinando durante todos estos días la celebración de la gran parte de los actos más relevantes relacionados con el “Orgullo Gay” (está previsto que más de dos millones de personas participen en Madrid de estas celebraciones), quiero utilizar esta plataforma –mi propio blog- para informar de que en otras muchas ciudades fuera y dentro de España, como Sevilla (en la que vivo), se están llevando a cabo también diferentes eventos de carácter cultural, educativo, informativo, reivindicativo…, y por supuesto, festivo.

Lo que me indigna a este respecto, es que los medios de comunicación únicamente ofrezcan a la opinión pública la imagen más lúdica y “frívola” (si se me permite esta expresión) de este “colectivo”. Tan sólo muestran imágenes de cabalgatas con cuerpos esculturales semi desnudos, drag queens, hombres y mujeres en actitud provocadora que se besan y lamen sus cuerpos sudorosos y musculados..., haciendo caso omiso de una realidad que “afecta” a millones de personas en todo el mundo, ya sean alt@s, baj@s, discapacitad@s, pobres, ric@s, perseguid@s por la justicia por su condición sexual… Obviando el hecho de que el “Orgullo Gay” es mucho más que un desfile lleno de euforia y diversión. ¿Dónde se habla de las charlas, coloquios, información sobre educación en el respeto y la igualdad…, de los 70 países del mundo –aproximadamente- en los que la homosexualidad es castigada con la pena de muerte, cárcel u otras sanciones de carácter delictivo o penal? Y aunque esta información “no venda ni tenga morbo” en los medios de comunicación, lo cierto es que desde el colectivo de gays, lesbianas y transexuales se trabaja durante los 365 días al año, sobretodo durante estas fechas.

Consciente o inconscientemente, a la opinión pública se le está ofreciendo una imagen muy sesgada de la homosexualidad, con mensajes manifiestos –que no subliminales- de personas que sólo se preocupan del culto al cuerpo y la promiscuidad (con todos mis respetos para quien opte por esta forma de vida…)

Por supuesto que si actualmente me dieran a elegir entre ser o no homosexual, me quedaría con esta última opción, porque estoy orgulloso de la vida que llevo y de mi forma de ser. No renunciaría a la PERSONA que soy.

Por supuesto que defiendo la celebración del “Orgullo Gay”, así como el “Día de la Mujer” o “del Discapacitado”, por poner otros ejemplos de eventos reivindicativos de respeto e igualdad. Sólo que, por una parte, critico la forma en la que los medios de comunicación nos “encasillan” o “etiquetan” sin ver más allá del cristal, imperando criterios basados en la parcialidad que llenan los bolsillos de quienes los dirigen. Y por otra, me cuestiono si algunas veces no somos nosotr@s mism@s quienes tiramos piedras sobre nuestro propio tejado…

(JC)


martes, 27 de marzo de 2007


Que sí, que sí... Que ya llegó la primavera; algo desquiciada con tanto cambio climático, pero ya llegó, que lo dice el calendario...


Atrás quedó un invierno de días cortos, pero paradójicamente cálidos... Un invierno de árboles y cultivos más verdes de lo común en esos primeros meses del año, después de las intensas lluvias del otoño... Pero el invierno ya se fue; también desquiciado, confuso, como si hubiera vivido entre unas ropas que no son las suyas...

Pero no cabe duda de que ella ya llegó. Hoy sí. Hoy el intenso cielo azul cuya luz lo inundaba todo, me trajo aromas de rosas, azahar y jazmines que empiezan a abrir; de almendros y cerezos en flor... Toda una explosión de vida bajo un manto azul... Campos, callejuelas, balcones y jardines dibujados a capricho como el más bello cuadro realista, en un alarde de colores que no caben en mi maletín de acuarelas...

Los informativos muestran aún imágenes del norte de España cubierto de nieve y gente que a duras penas pasea por las calles resguardándose del crudo temporal... También en el sur la bajada de temperaturas nos ha hecho sacar de nuevo los abrigos y soltar más de un estornudo, bajo los efectos de catarros y resfriados que se resisten a marcharse, aunque ni siquiera ha llovido. Tan sólo días de aire fresco con alguna nubecilla tímida que pasaba de largo sin pena ni gloria...

Cuesta creerlo, pero así ha llegado esta desquiciada primavera; esa época en que Sevilla se viste con sus mejores galas para recibir con ímpetu dos de sus grandes fiestas: la Semana Santa y la Feria de Abril... Resumen de la filosofía de vida del pueblo andaluz, que pasa de la pena a la alegría de la misma forma alocada con la que el invierno cede su sitio a la primavera...
Ya llegó, sí, ya llegó... Cantarina, revoltosa, llena de energía, dando brincos como un potrillo desbocado... Así llegó... Hoy, al amanecer, abrí mis puertas y ventanas y la dejé pasar...

martes, 20 de marzo de 2007

A, E, I, O, U


Para quienes no la conozcáis, Lucía Echevarría es una escritora española, autora de libros como “Amor, prozac y otras dudas”, “Beatriz y los cuerpos Celestes”, “De todo lo visible y lo invisible”, “Un milagro en equilibrio”, etc. Reconozco que no he leído aún ninguna de sus novelas (de las que vende miles de ejemplares), pero sí muchos de sus artículos con los que se prodiga en revistas de actualidad, con alguno de los cuales me han sorprendido sus manifestaciones, afirmaciones y reflexiones. Asimismo, la he visto intervenir en numerosas ocasiones como tertuliana en varios programas de televisión, normalmente en defensa de posiciones cuestionables…

De cualquier forma, desde un punto de vista objetivo, Lucía Echevarría, ha sido desde sus comienzos una intelectual polémica, o tal vez, una mujer a la que la polémica le persigue. Prueba de ello, es que me costa que ha sido acusada de plagio, al menos, en dos ocasiones, por el poeta Antonio Colinas, hace unos años, y últimamente por un médico valenciano.

Pero el motivo por el que hoy os hablo de ella, se debe a una intervención suya en televisión, en la que declaró, hace unos meses, que “murciélago” era la única palabra en castellano que contenía las cinco vocales (a, e i, o, u).

Al poco tiempo, tuve la oportunidad de leer en la revista dominical “Magazine”, una carta firmada por un ciudadano, José Fernando Blanco Sánchez, que con muy sutil humor se refiere a la polémica declaración de esta escritora, de la siguiente forma:

Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que “murciélago” es la única palabra en nuestro idioma que contiene las cinco vocales.
¡Confiturera, frene la euforia! Un arquitecto escuálido llamado Aurelio (o Eulalio o Ausencio...) dice que lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el arquetipo de aquél viejo reumático, desahuciado y repudiado, que consiguiera en su tiempo ser esquilado por un comunicante que cometió adulterio con una encubridora cerca del estanquillo (sin usar estimulador).Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la ecuación la deja irresoluta, olvide su menstruación y piense de modo jerárquico. No se atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa educación, y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!

Como podéis comprobar esta carta no deja indiferente a nadie, al menos a mí, que nunca me había planteado este asunto, y pone de manifiesto la cultura y el humor de quien la escribe. Después de leerla, me invadió la curiosidad y decidí investigar en mi lengua materna, el castellano, lo que me llevó a encontrar otras palabras “quintuvocales”: reumatismo, seguidora, esquinado, descuidado, opulencia, guitarrero, cuestionar, encubridora, numerosidad, tumefacción…

Como veis, nuestras cinco vocales pueden dar mucho juego si se pone algo de ocurrencia.

domingo, 18 de febrero de 2007

REJAS DE PAPEL



En estos días en que se está celebrando el macro juicio por las víctimas del atentado terrorista del 11-M (11 de marzo de 2004 en Madrid),con 191 personas muertas y casi 1.500 heridas, se me vienen a la mente las imágenes que tanto JM como yo vivimos aquella mañana de finales de invierno…

Mientras las bombas estallaban, yo esperaba en la estación de Chamartín, a punto de coger ese tren que me llevaba casualmente al pueblo de San Fernando de Henares, y que obligatoriamente tenía que pasar por las estaciones objeto de los atentados (línea C-2 de cercanías en dirección Guadalajara). Y digo “casualmente”, porque aunque trabajaba en otro lugar, precisamente aquel día tenía reunión en el Ayuntamiento de ese municipio madrileño. Gracias a “algo” o a “alguien”, me quedé dormido y desperté mas tarde de lo necesario… En cuanto a JM, las explosiones tuvieron lugar a escasos metros de su puesto de trabajo (Estación de Atocha), justo cuando ya se había incorporado a su mesa de despacho… Como todas las mañanas, nos habíamos despedido con un beso y un “hasta luego, nos vemos para comer…”

Aún conservo en la retina las noticias de pánico que llegaban confusas sobre consecutivas explosiones, mientras esperaba a coger aquel “tren de la muerte”… El servicio ferroviario fue suspendido en vista de los acontecimientos, aún sin datos confirmados ni cuantificados (las cifras se hacían infinitas: bombas, víctimas, herid@s, autoría,…) Todo era caos, y los munitos, interminables… Quise efectuar unas llamadas desde mi teléfono móvil, pero las líneas estaban colapsadas y la gente corría presa del pánico… Miedo del que yo también me contagié por no saber nada de JM, ni de algun@s compañer@s mí@s de trabajo que cogían aquel tren en las estaciones objeto de aquella masacre. Por unos minutos quedé inmóvil, sin saber dar un paso hacia ninguna dirección; petrificado en el andén ante las noticias que anunciaban por la megafonía de Chamartín.

Horas más tarde supe que JM fue con sus compañeros y compañeras de trabajo a donar sangre y a ayudar en el rescate de víctimas. Experiencia que él tampoco olvidará. De vuelta a casa, yo quedé preso en un interminable atasco de tráfico donde veía pasar decenas de ambulancias, taxis con pañuelos blancos asomando por sus ventanas y autobuses llenos de víctimas en dirección al Hospital de La Paz, frente al cual vivíamos. Poco a poco iba recobrando el sentido de la realidad y saliendo de la incredulidad que produce el despertarse de una pesadilla… Pero no quisiera recrearme aquí en los detalles de aquella nefasta experiencia…


Casi tres años después, ha comenzado el juicio a los presuntos autores de tal masacre. Y esto me ha hecho recordar imágenes e instantes que me empeñé en olvidar…

A alguien le llegué a escuchar decir que “España es un país donde matar no sale gratis, pero, según la ley, muy barato…” Y digo esto porque me indigna que el Fiscal de la causa haya pedido una pena de 38.000 años de cárcel para Mohamed “el Egipcio”, como principal inculpado del 11-M.

Cierto que una de las cosas que aprendí al estudiar el Derecho Penal Español en mi carrera de Derecho, es que la finalidad de la pena es la “reparación, regeneración y reintegración” de quien delinque. Ahora bien, ¿qué sentido tiene solicitar 38.000 años de cárcel, si se sabe que la Ley regula los instrumentos necesarios para que la persona culpable no cumpla ni siquiera 30 años de prisión, aplicando “atenuantes”, “buena conducta” , etc…

Esta misma situación es, desgraciadamente, extrapolable a otras personas que han cometido atentados en España, en nombre de la banda terrorista ETA que, pese a tener en “su currículo” muchos asesinatos atroces, son excarceladas por estricto cumplimiento de este “defectuoso” y “blando” Código Penal Español. Y a estos calificativos añado el de “injusto”. Sí, porque mientras terroristas salen de sus rejas y recobran una libertad que indigna a la mayor parte de la población (sin que manifiesten públicamente su arrepentimiento), hay otras personas presas sin que la reducción de la pena se les aplique, aunque sus delitos sean el fruto de un robo para poder comer, matar a alguien en defensa propia, cometer un homicidio involuntario por atropellar a alguien con su coche por llevar unas copas de más de alcohol, matar a un animal en peligro de extinción… Y todo ello, pese a su arrepentimiento, buena conducta, alargamiento de sus juicios sin consideración a su situación familiar, ni apenas recursos económicos para defenderse ante los Tribunales… Tampoco justifico estos delitos, calificados como tal por nuestro Ordenamiento Jurídico.

Antes estas situaciones, todas ellas delictivas, y salvando las distancias, vuelvo a reincidir en que no hacía falta pedir 38.000 años de condena para quienes cometen actos terroristas como el del 11-M y similares. Insisto: me resulta vergonzoso e indignante.

¡Cuánto mejor sería que nuestra legislación garantizara el cumplimiento íntegro de las penas ante delitos de esta envergadura, sin tener en consideración chantajes ni presiones de organizaciones pro-terroristas, que ponen a disposición de sus correligionari@s en prisión, todo un despliegue de recursos económicos y de defensa jurídica para que sus penas sean rebajadas y convertir las rejas de hierro en rejas de papel…!


(JC)

(Para quienes hemos sido víctimas, en mayor o menor medida, de varios atentados terroristas, noticias como éstas nos “revuelven” las entrañas y nos hacen posicionarnos de una manera clara, sin ingeniería lingüística, como suelen hacer desde ciertos grupos políticos… Y todo ello, en favor de la Paz y la Justicia, desprovistos de cualquier “tinte” partidista)

viernes, 16 de febrero de 2007

NO SABRÍA...


No sabría contar las horas que te sueño,
las que dedico a utopías que comparto contigo,
las veces en que pienso que mi vida
no tiene sentido si no es a tu lado…
El laberinto de calles donde me pierdo para respirar
el aire que me llega con tu inconfundible aliento,
pese a la distancia que tantas lunas nos separan…

No sabría encontrar palabras en mi diccionario
para expresar lo que tus ojos no descubren,
lo que los míos no consiguen transmitirte
en los silencios que nuestras bocas sellan…
Describirte el contenido del hueco más profundo
que mi corazón esconde, y al que no llegas,
tal vez porque conservo la llave sobre mi pecho…

No sabría encontrar las fórmulas mágicas
que pudieran darte la felicidad que te mereces
y convertirme en la mitad que complete ese corazón
que sientes tan vacío aunque nuestras manos se junten…
Mostrar mi desnudez frente a tu alma angustiada
que hace aguas en esta barca de maderas restauradas,
donde surgen grietas que no se curan con los parches…

Sólo sé que te amo desde lo más profundo,
que no encuentro recursos ni idiomas
para que desde tu lugar me comprendas…

Porque también yo necesito comprensión
y alguien que sea el cómplice de mis días,
de mis dolores, esos que tú descubres a medias…

No sabría decirte muchas cosas…
Tan sólo espero que comprendas que te quiero,
aunque “lo que te digan mis ojos, te lo desmienta mi boca”…

(JC)

(Ya sabes que te amo, pero no me cuesta repetirlo hasta la saciedad, aunque a veces, la realidad en la que vivo me supere...

Tal vez por eso, el corazón me dicta versos y no prosa)

jueves, 18 de enero de 2007

ALGO MÁS DE UN DÍA DE PESCA...




Hace varios fines de semana, el otoño (el más lluvioso de los últimos años por estas latitudes) quiso darnos una tregua de vientos, tormentas y borrascas, regalándonos unos maravillosos días de sol y temperaturas agradables que invitaban a salir a la calle y disfrutar, como si se tratase de los primeros días de primavera…

La semana anterior había sido demasiado intensa y estresante, entre trabajo, reformas de la casa que se hacen interminables, incontables gestiones de todo tipo…, aunque sin mucha diferencia respecto de las anteriores semanas, como ya viene siendo algo habitual.

La noche del viernes, mientras yo agregaba mi última entrada al blog y contestaba los comentarios de quienes con frecuencia visitan nuestro espacio en MSN, JM llegó a casa prácticamente abatido, quitándose, mientras avanzaba, zapatos, abrigo, corbata… Venía aún acelerado, pero en su rostro podía apreciarse fácilmente el cansancio de una dura jornada, que había incluido la tradicional comida de Navidad con sus compañeras y compañeros de oficina. Se acercó y me dio un tímido beso, diciéndome, casi sin voz, “estoy molido”, sin apenas darme la opción a preguntarle por un “qué tal todo…"

Me fui tras él y me senté a su lado, sobre la cama donde, más que tumbarse, se había dejado caer con un suspiro casi de agonía. Mientras le arrascaba la cabeza, como a un niño pequeño (algo que le relaja mucho), suavizó la expresión de su mirada y con una voz infantil me preguntó: “¿quieres que mañana vayamos de pesca?”, reclamando con el brillo de sus ojos un gesto afirmativo por mi parte. JM es consciente de que pescar es algo que nunca me ha seducido (de hecho, a veces ha ido con alguna amiga, e incluso solo), pero para él resulta una de sus aficiones favoritas, a la vez que le produce una relajación mental que califica de “indescriptible”. Cierto es también, que algunas de mis aficiones tampoco le llaman mucho la atención como a mí me gustaría, pero c´est la vie… Tanto a uno como a otro nos toca hacer concesiones, porque ambos somos de la opinión de que la vida en pareja requiere de ese esfuerzo para conseguir así que la balanza del amor se mantenga en equilibrio y armonía. Hecha esta aclaración, podéis imaginar cuál fue mi respuesta… Pero insisto, el plan no me apetecía lo más mínimo. JM me lo agradeció sonriente, con un abrazo enorme que me hizo caer sobre él…

El sábado amaneció con un cielo azul intenso y una luz que dañaba la vista a unos ojos acostumbrados a las tonalidades grises y pardas que habían ocultado el sol durante tantos días consecutivos. Con una temperatura de 12 grados a las diez de la mañana, y bien embutidos en nuestros abrigos, gorras y bufandas, montamos al coche todo el equipamiento necesario y marchamos a un pantano cercano.

Apenas veinte minutos más tarde, y una vez junto a la orilla, JM comenzó su ritual de relajación ante mi atenta mirada. Colocó las dos sillas junto al agua, abrió su caja de utensilios, eligió anzuelo, boya, esmerillón, plomos, sedal, cebo… Toda una clase de términos, en su mayoría desconocidos para mí, pero que él se esforzaba en explicarme con su habitual capacidad docente, a medida que iba montando con esmero su vieja caña de pescar, a la que mima como pieza de museo. Alguna vez me comentó que esa caña, además de su utilidad propia, tiene un gran valor sentimental, muchos recuerdos de momentos inolvidables pescando junto a su padre y hermanos (cuando éstos últimos no eran más que unos “renacuajos”); fines de semana en algún pantano de Madrid, de vacaciones en la costa de Alicante o en su querido río Duero… Jornadas maravillosas durante las que “competían” en familia y en las que luego compartían sus trofeos con un buen guiso de pescado o una parrillada. Y siempre la “relajación indescriptible”: una mezcla de sensación de libertad y paz interior.

Lanzó su vieja caña al agua. ¡Plof! Y JM enmudeció, concentrando su mirada exclusivamente en la boya que flotaba, y cuyos movimientos, minutos después, de arriba hacia abajo le hacían disfrutar y decirme en voz baja: “Mira, mira; parece que ya pican. ¿Ves como se hunde la boya?”…

Yo atendía a sus explicaciones didácticas, más atento al hermoso paisaje que nos rodeaba, y cámara fotográfica en mano, capturaba aquellas imágenes idílicas de aguas calmas, rodeadas de colinas verdes por la hierba fresca del otoño y árboles frondosos de diferentes especies: pinos, eucaliptos, chopos…, una vieja torre árabe de piedra, testigo de tantos siglos de historia…

La neblina de las primeras horas de la mañana se había disipado por completo, permitiendo mostrar ante mis ojos un cuadro realista que me sumió también en una profunda relajación: aire puro, el canto de los pájaros que volaban en bandadas en forma de flecha cruzando el cielo… Una sensación placentera, tan sólo interrumpida por la alegría incontenida de JM cuando los peces iban picando, y me pedía ayuda para sostenerle la caña mientras él los desenganchaba del anzuelo para introducirlos en un barreño. Y así, una y otra vez…

Pasaron tres horas sin apenas darnos cuenta. De vuelta a casa, intercambiamos pocas palabras, tal vez porque ambos teníamos la mente puesta en los momentos de “relajación indescriptible” que habíamos disfrutado durante aquella mañana de pesca, y que nos había devuelto la paz interior que no queríamos dejar escapar…

“Tendríamos que repetir pronto esta experiencia”, le susurré mientras conducía, y él me respondió con un “Gracias JC, sabía que te iba a gustar…”

lunes, 15 de enero de 2007

CASUALIDADES...


Hace tiempo leímos en una revista un artículo en el que una veintena de personas contaban alguna anécdota importante de sus vidas, fruto del azar o de los caprichos del destino. Veinte historias con un trasfondo mágico, en la mayoría de los casos, y relacionadas con momentos vitales importantes. Premoniciones, situaciones inesperadas, a veces incluso surrealistas, que desencadenaron en el encuentro de un amor para toda la vida, coincidencias que provocaron la salvación de una vida, evitar una tragedia..., o hacer realidad un sueño.
Realmente nos gustó mucho este artículo, ya que ambos disfrutamos con cada una de aquellas curiosas historias, a través de las cuales, pudimos revivir en nuestra mente situaciones muy similares de nuestro pasado. Porque..., ¿quién no ha vivido alguna vez una situación fruto de una casualidad, de esas que se guardan en la memoria como pequeños tesoros? Como escribía el autor del texto (Rubén Mayoral), lo mejor de las casualidades es que siempre estamos expuestos a ellas.
En nuestro caso, una de las mayores casualidades que ambos recordamos, fue la forma en que nos conocimos. Yo llevaba apenas un mes de viviendo en Madrid, una ciudad a la que había escapado desde mi tierra, Sevilla, para poder vivir en libertad mi condición sexual como gay (hasta entonces, oculta para mi entorno), sin necesidad de interpretar un papel que me estaba asfixiando...
Aquel 12 de marzo de 1993 era viernes. Recuerdo que salí de la oficina más tarde que de costumbre y estaba bastante cansado, después de una semana muy intensa de trabajo. No obstante, mantenía la ilusión porque comenzaba el fin de semana y aquella misma noche tenía una cita con un chico de Valladolid, al que había conocido unos meses antes. Habíamos quedado en que yo le llamaría sobre las 9 de la noche para concretar la hora y el sitio para vernos, pues él se tenía que desplazar hasta Madrid desde su ciudad, lo que significaba dos horas y media de viaje en coche. Hasta ese día nos habíamos visto en algunas ocasiones y era la única persona gay que conocía. Comenzaba a convertirse en una persona muy especial para mí...
Pero aquel viernes me sentía más cansado de lo normal, así que me tumbé en la cama con la intención de descansar un rato antes de salir. Cuando abrí los ojos de nuevo, el reloj marcaba las diez y media de la noche. Me había quedado profundamente dormido. Pensé que el corazón se me salía por la boca... Llamé a este chico varias veces, sin éxito (supongo que se cansaría de esperar mi llamada). Por aquel entonces aún no existían los teléfonos móviles, así que me resultó imposible localizarle.
Pese a todo, decidí salir solo y acudí al pub de ambiente al que solíamos ir a tomar una copa, confiando en que tal vez, por un golpe de suerte, le encontraría allí. Pasaron las horas y mi amigo de Valladolid no apareció. Quien sí lo hizo fue JM, que me había estado observando un buen rato desde el otro extremo de la barra. Reconozco que yo me había dejado seducir. Una de las veces, al cruzar las miradas se acercó y se sentó a mi lado. Comenzamos a charlar y nos dieron las siete de la mañana... Desde aquella madrugada del 13 de marzo de 1993, JM y yo estamos juntos, COMPARTIENDO AMOR, PRESENTE Y FUTURO. ¿Casualidad?

jueves, 11 de enero de 2007

MI VIAJE A LA LIBERTAD


Ésta podría ser la historia de cualquier persona, el viaje de tantos y tantas que un día se sintieron "diferentes" y huyeron en busca de su libertad. Pero lo que aquí cuento, me pasó a mí y lo quiero compartir especialmente con quienes puedan verse reflejad@s.

Una mañana fría de invierno de 1993, cogí el tren hacia la libertad. O más bien, hacia el reencuentro con mi verdadero yo. Mi equipaje era ligero (como decía el poeta); pero iba cargado de ilusiones y esperanzas, en un afán desesperado de encontrar la paz interior que tanto anhelaba, libre de ataduras y máscaras.

El tren avanzaba rápido y atrás dejaba mi familia, mis amigos, mi tierra… Pero me sentía paradójicamente feliz. Con la mirada perdida en el paisaje, que también iba quedando atrás, me sumergí en mis recuerdos, haciendo balance de lo que había sido mi vida anterior, cruzando la frontera del ayer, mientras me dirigía hacia el futuro. Y regresé por un rato al pasado…

Desde pequeño, a esa edad en que las hormonas empiezan caprichosamente a revolucionar tu cuerpo, yo me sentía un niño diferente al resto. Me gustaba jugar con mis juguetes para niños (trenes eléctricos, coches, soldaditos de plástico…) pero mi mirada y mis inocentes deseos se inclinaban hacia otros niños de mi mismo sexo, esos con los que compartía mis ratos de ocio, o las horas en la escuela. Había noches en las que, de madrugada, me despertaba atormentado por la idea de ser un “pecador”, “un enfermo”, “un bicho raro”… Y después de rezar a la Virgen y todos los santos, y de confesarme a la luna y las estrellas, me volvía a dormir (a veces con lágrimas en los ojos) con la esperanza de que cuando despertase, al día siguiente, yo sería un niño como todos los demás.

Recuerdo que mi hermana (diez años mayor que yo) “estaba condenada” a cuidarme mientras mis padres trabajaban. Yo sabía que era una carga para ella porque a su edad, cualquier chica desea su independencia para entrar y salir y relacionarse con los chicos. Pero yo disfrutaba en sus reuniones, cuando sentado en un rincón apartado, observaba y escuchaba, haciéndome el distraído (con mi coca-cola en la mano), las conversaciones que mantenían sobre sus hazañas amorosas con los chicos más guapos del barrio. Y entonces mi mente empezaba a funcionar…Por un momento imaginaba que era yo el que estaba besando a Pablo o Alberto, que aquellos trocitos de papel escritos con corazones que ellas mostraban orgullosas como trofeos, iban dirigidos a mí…

Pero los días pasaban, los años pasaban y aquel hecho diferencial (“aquella enfermedad”) seguía conmigo. “¿Por qué yo?”, “¿No me voy a curar nunca?”… Guardaba este secreto dentro de lo más profundo de mi interior. “¿A quién se lo podía contar?” “¿Qué iban a pensar de mí…?” Y me acostumbré a dialogar conmigo mismo, como todas las víctimas de su propio secreto.

Mientras tanto, dediqué mi vida a ocultar mi particularidad, afanándome por ser el mejor amigo de mis amigos (su confidente), un hijo modelo, un magnífico estudiante, “un chico muy formal, de esos que ya no quedan”…Volqué mi vida hacia los demás, porque pensaba que de esa forma “me liberaría de mis pecados”, de mis tormentos.

A esa edad en que los chicos suelen tener sus primeras relaciones sexuales con chicas, yo fui uno más. Me dejé arrastrar a ellas, unas veces por miedo a la soledad, y otras por miedo a mí mismo. Cuántos miedos…E interpretaba el papel que la sociedad me había impuesto, aunque mi mente me ayudaba a evadirme hacia un mundo de secretas pasiones. Cuando “estaba” con una chica, cerraba los ojos y me imaginaba en los brazos de aquellos chicos tan guapos que salían en las revistas o en televisión. De vuelta a la realidad, cuánta tristeza, cuánta decepción por engañarme a mi mismo y mentir a los demás.

No me resignaba a pensar que era homosexual, y mucho menos gay, una palabra anglosajona que significa “alegre” y que no se correspondía con mi estado de ánimo.

Cansado de fingir, a eso de los veinte años, renuncié a salir los fines de semana, a relacionarme con una sociedad que no me aceptaría tal cual era. Estaba desmotivado y me sentía solo aunque tuviera tanta gente querida a mi alrededor. Temía las miradas y los comentarios en voz baja, y la posibilidad de que una palabra o un gesto mío me delatasen y derribasen de golpe el castillo de arena que tantos años me había costado construir.

Pasaron muchos años hasta que conseguí aceptarme tal cual era: yo mismo, una buena persona, y con mucho amor por ofrecer. Descubrí que eso que llaman “hombría” se lleva en el corazón... Y decidí marcharme a Madrid, en busca de la libertad. Fue una decisión difícil, pero en aquel momento no cabía otra (al menos para mí). No le podía causar daño a mi familia, aunque yo lo estuviera pagando con lágrimas e infelicidad. Pero tampoco deseaba una felicidad basada en el dolor ni la vergüenza de nadie.

Conforme el tren se adentraba en la ciudad, más crecía mi ilusión. No aspiraba a mucho, sólo al calor de una mano, a una sonrisa cómplice, a una amistad verdadera (sin máscaras)…

Ahora, muchos años después de aquel viaje, y de vuelta a mi lugar en el mundo, Sevilla, puedo decir que soy libre, que tengo el amor que tanto había deseado, y que no reniego de ser como soy, porque no me imagino de otra manera.


(JC)


(Gracias, JM, porque tú me has acompañado siempre
en este viaje hacia mi libertad)

miércoles, 10 de enero de 2007

COMENZAMOS ESTA ANDADURA


"La alegría entra en nuestras vidas cuando tenemos algo que hacer, algo que amar, algo que empezar". Con estas palabras de Joseph Addison inaugurábamos el pasado 18 de abril de 2006 un espacio en MSN, al que bautizamos como “MASCULINO PLURAL”. Poco a poco, y con las aportaciones de quienes nos iban visitando, fue creciendo y enriqueciéndose. Pero a principios de julio del pasado año, nuestro espacio, aquél que fuimos mimando, como si de un niño pequeño se tratase, fue eliminado “de y por” MSN, para nuestra sorpresa y decepción.

No queremos ahora entrar a indagar en las causas que lo hicieron desaparecer, pero sí dejar constancia del daño (sí, DAÑO) que esto nos ocasionó moralmente, porque cualquier pérdida inesperada de algo o alguien que quieres duele y cuesta asumirlo. Y porque habrá amig@s que un buen día intentaron volver a visitarnos y se encontraron la puerta cerrada en sus narices, ajenos a este asunto, pensando, tal vez, que les habíamos restringido el acceso.

Quienes nos han conocido a través de “MASCULINO PLURAL”, saben que hemos tratado cualquier tema con el máximo respeto, porque pensamos que éste es uno de los pilares más importantes para relacionarse y comunicarse con l@s demás.

En esta carrera de obstáculos que es la vida, a veces un@ se encuentra con gente maravillosa que te hace más fácil, más feliz, este viaje sin retorno. Por ello hemos decidido continuar en la “blogosfera”. Y hoy renacemos como “MASCULINO POR DOS” en esta nueva plataforma virtual de Blogspot, animados por nuestra amiga June Fernández (de Bizkaia) y con las energías recargadas para seguir compartiendo nuestros sentimientos a través de este nuevo blog.

Esperamos que much@s bloggers que ahora estáis leyendo estas palabras, forméis pronto parte de nuestra pequeña historia, como así lo ha hecho mucha gente a través de MSN, para quienes tenemos reservado un hueco en nuestros corazones, porque nos han ofrecido no sólo su amistad, sino también apoyo, complicidad, cariño, confianza, lágrimas, risas...

Si hemos tomado nuevamente prestada esta frase de Joseph Addison para comenzar este nuevo espacio, es porque estamos alegres de retomar esta nueva andadura, y tenemos la ilusión de ver crecer este hijo que empieza a dar hoy sus primeros pasos, no sólo con nuestras aportaciones, sino con las vuestras. Porque la vida nos sorprende con magníficas frases, algunas célebres, y otras -no menos importantes- escritas o pronunciadas por gente anónima que sabe transmitir sus emociones más íntimas a través de la palabra. Y a veces, al leerlas u oírlas, uno siente como que esas palabras han pasado antes por su mente pero alguien se adelantó al escribirlas. Las hacemos nuestras y las incorporamos a nuestro bagaje literario y emocional...

En definitiva, deseamos que “MASCULINO POR DOS” llegue a ser un espacio de intercambio, a imagen y semejanza de lo que fue en MSN “MASCULINO PLURAL”, donde cada cual pueda expresar sus ideas con total libertad expresión, de información y respeto.

Os invitamos a pasar y GRACIAS POR RECIBIRNOS...

(JM y JC)